
Escándalo arbitral en Puerto Plata: el día que el fútbol dominicano tocó fondo
Lo que se vivió este martes 15 de abril en el estadio Leonel Plácido de Puerto Plata parece más una escena de una serie de ficción que un hecho ocurrido en una competición oficial. Sin embargo, fue real, y ha dejado una cicatriz más en el ya golpeado rostro del fútbol dominicano. Un hecho sin precedentes que expone crudamente la grave crisis estructural y de gestión que vive el arbitraje nacional, bajo la dirección de una federación cada vez más cuestionada.
Una jornada que comenzó con una llamada de alerta
Todo comenzó temprano, cerca de las 8:00 a.m., cuando los árbitros designados para el encuentro de la 9ª jornada de la Copa LDF entre Atlántico FC y Salcedo FC —Luis Javier y Manuel Rosario, provenientes de La Vega— notificaron que no podrían presentarse al partido. ¿La razón? La guagua que los transportaría salía a esa misma hora, lo que imposibilitaba su llegada a tiempo.
Cuando los clubes implicados reclamaron por qué no se desplazaron la noche anterior, la respuesta fue tan alarmante como reveladora: los árbitros no cuentan con los recursos para costear su propio alojamiento, ya que llevan meses sin recibir sus pagos por parte de la federación.

Una solución improvisada y carente de ética
Frente a esta situación de emergencia, según confirmaron fuentes cercanas al club Atlántico FC, se realizó una consulta urgente al Departamento de Arbitraje de la Federación Dominicana de Fútbol, y desde esa instancia se autorizó que el árbitro Sandy Vásquez, residente en Puerto Plata, asumiera la dirección del partido. Como cuarto árbitro actuaría Robin Montero, también puertoplateño y —como demuestran imágenes y testimonios— fiel seguidor de Atlántico FC.
Esta decisión, lejos de ser una solución razonable, representa un atentado contra los principios básicos de imparcialidad y ética que deben regir toda competencia deportiva. Aunque ninguno de estos dos árbitros es responsable directo de la crisis que afecta al arbitraje nacional, su participación compromete seriamente la legitimidad del encuentro y la transparencia del torneo.
¿Por qué no se suspendió el partido?
En circunstancias normales —y bajo una gestión responsable— lo ocurrido debió haber desembocado en la suspensión del partido. Pero la realidad del fútbol dominicano dista mucho de lo ideal. El caos institucional, el abandono de la estructura arbitral y la desidia federativa permitieron que un partido oficial de primera división se disputara sin garantías mínimas de neutralidad.
Una fuente presente en el estadio fue tajante: “Lo más lógico hubiese sido suspender el partido, pero el estado caótico del fútbol dominicano lo impidió”.
¿Dónde está la Federación?
Lo más escandaloso es que el propio secretario general de la Fedofútbol, José Frank Acosta, se encontraba presente en el estadio durante el desarrollo de los hechos. Un día laborable, con informes por revisar, decisiones que tomar y una crisis arbitral evidente… pero con tiempo para presenciar un partido manchado por la improvisación.
¿Fue una casualidad? ¿Una búsqueda de descanso tras la agitada Asamblea General celebrada el sábado 12? O peor aún, ¿es un reflejo del desinterés de las autoridades por resolver los verdaderos problemas del fútbol nacional?
Una crisis que ya había sido negada en la Asamblea
Durante la reciente Asamblea General Ordinaria de Fedofútbol, el tesorero Ángel Baliño se permitió declarar que “el arbitraje no presentaba problemas graves”. Hoy, esa afirmación se desploma frente a los hechos.
La falta de pagos a los árbitros, las designaciones a última hora, la ausencia de organización y planificación, y la falta de liderazgo, hacen imposible mantener el discurso oficial de que “todo está bajo control”.
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¿Y la LDF?
La Liga Dominicana de Fútbol debe alzar la voz. El torneo ha avanzado con gran esfuerzo por parte de los clubes, muchos de ellos invirtiendo recursos significativos para mantener estructuras profesionales. Este tipo de incidentes demerita gravemente el valor competitivo y la credibilidad de la Copa LDF, y es imperativo que se exijan explicaciones y responsabilidades a la federación.
Conclusión: el fútbol dominicano no puede seguir así
La escena de hoy en Puerto Plata no puede ni debe repetirse. No es solo un error logístico. Es el síntoma de un sistema que se cae a pedazos, sostenido apenas por la voluntad de los clubes, jugadores, entrenadores y aficionados que aún creen en el futuro del fútbol dominicano.
Una vez más, queda demostrado que la Federación Dominicana de Fútbol, dirigida por José Francisco Deschamps y su Comité Ejecutivo, ha perdido el control de los aspectos más básicos de su funcionamiento.
Y mientras tanto, el espectáculo continúa. Pero a un precio demasiado alto.
✍️ Redacción | La Voz Radio RD
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