Una década dentro del fútbol dominicano: luces, sombras y un llamado urgente a la regeneración

Una década dentro del fútbol dominicano: luces, sombras y un llamado urgente a la regeneración

Corría el año 2015 cuando recibí una llamada desde España. Me pedían entrevistar a algunos jugadores y técnicos que habían fichado por Cibao FC, en una cobertura puntual para un medio deportivo español. Aquella tarea, que parecía pasajera, terminó por abrirme una puerta inesperada a un mundo que, hasta entonces, me era ajeno: el incipiente y complejo ecosistema del fútbol profesional en la República Dominicana.

Llegué sin pretensiones. Como periodista con años de experiencia, como amante del fútbol de toda la vida, pensé que podría aportar algo. Pero pronto descubrí que el camino no sería fácil. Me enfrenté a un entorno donde la desconfianza hacia lo externo era norma. Donde ser extranjero significaba, para muchos, no tener derecho a opinar, sugerir o siquiera señalar los errores evidentes de un sistema que se encontraba —y en muchos aspectos sigue estando— en construcción.

En un país donde el fútbol apenas empezaba a ganar algo de espacio frente a otros deportes con tradición, como el béisbol o el baloncesto, me encontré con un ambiente fuertemente dominado por egos, resistencias y estructuras informales profundamente enraizadas. No tardé en entender que lo que se vendía como un «movimiento en crecimiento» era, en muchos casos, una fachada para intereses particulares y juegos de poder que poco o nada tenían que ver con el desarrollo real del deporte.

El periodismo como herramienta de construcción (y de defensa)

Mis primeros pasos dentro del fútbol dominicano fueron tímidos: entrevistas, coberturas modestas, reportes de partidos. Pero poco a poco, al ver que no existía una narrativa crítica ni un análisis serio de lo que estaba ocurriendo, decidí dar un paso adelante. Junto a Jordi García, colega y apasionado del fútbol como yo, transformamos “La Voz del Socio” —programa que dirigía en España— en “La Voz del Fútbol Dominicano” «Somos Fútbol RD».

El proyecto pasó a tener una emisión diaria en radio digital. Desde ahí no solo informábamos, sino que analizábamos, denunciábamos y proponíamos. Nos convertimos, sin buscarlo, en una referencia informativa para el entorno futbolístico del país, y eso nos permitió entrar en espacios donde pocos tenían acceso. Pero también nos puso en la mira de quienes preferían un ecosistema cerrado, opaco y manipulado a conveniencia.

Esa notoriedad fue un arma de doble filo: nos permitió conocer la cocina interna del fútbol dominicano, pero también nos expuso a los intereses más oscuros del sistema.

Un sistema cautivo: poder, oportunismo y simulación

Conocimos de primera mano cómo se manejaban los apoyos, las lealtades y las candidaturas. Fuimos testigos de reuniones donde se hablaba de “proyectos de desarrollo” que en realidad eran mecanismos de posicionamiento personal. Vimos cómo se creaban estructuras paralelas para simular avances institucionales que jamás se ejecutaban. Y lo más preocupante: cómo personajes con discursos de renovación repetían los mismos vicios de quienes decían combatir.

Muchas veces se nos dijo que nuestras críticas eran destructivas. Que no entendíamos «la idiosincrasia local». Pero la verdad es que lo que no se quería era que se contara la verdad. Lo que se pretendía era silenciar a quienes no se alineaban con los pactos implícitos del status quo.

Denunciamos pagos encubiertos para lograr apoyo político en federaciones y asociaciones. Señalamos cómo ciertos actores se presentaban como defensores del cambio cuando en realidad estaban negociando su propia cuota de poder. Identificamos cómo muchos de los males del sistema no eran producto de la falta de recursos o formación, sino de la corrupción silenciosa que se ha perpetuado durante décadas.

Procesos de cambio que no cambian nada

Durante esta década, he sido testigo de todos los grandes procesos de transformación del fútbol dominicano: la intervención de la FIFA que terminó con el mandato de Osiris Guzmán, la Comisión Normalizadora liderada por Manuel Luna, la elección de Rubén García como presidente de la Fedofútbol y, más recientemente, la llegada de José Deschamps al frente de la federación tras unas elecciones marcadas por el desencanto y la presión de los actores tradicionales.

Cada uno de estos momentos fue presentado como una oportunidad histórica. Cada uno prometía un nuevo comienzo. Pero en todos se repitió un patrón: los mismos personajes se reciclaban, se reacomodaban, se camuflaban en nuevos proyectos, siempre con el mismo objetivo: seguir al mando, seguir en el reparto, seguir siendo parte del juego.

Se subían a todos los trenes, sin importar el destino, con tal de no quedarse fuera. Y cuando lograban una cuota de poder, demostraban que su ética era retórica, y su discurso, puro utilitarismo.

La parálisis como síntoma, la regeneración como urgencia

Hoy, en 2025, el fútbol dominicano vive una situación crítica. Aunque en la cancha hay más talento, más clubes organizados y más academias que nunca, a nivel institucional el sistema sigue atrapado por los mismos males de siempre: desorganización, falta de planificación, protagonismos vacíos, manipulación política, guerras internas y un desgaste constante que impide el desarrollo sostenido.

Lo más doloroso es ver que algunos de los que han sido responsables directos de este desastre aún siguen ahí: en cargos menores, en comisiones técnicas, como asesores o como promotores encubiertos de quienes ocupan el poder. No han tenido suficiente. Siguen obstaculizando, saboteando, interfiriendo, solo porque no soportan haber perdido protagonismo.

Y cuando uno los escucha hablar, cuando los ve criticar a los nuevos actores, la hipocresía es evidente. Se presentan como víctimas, como marginados, como incomprendidos. Pero olvidan —o fingen olvidar— que tuvieron su oportunidad, y que la malgastaron en luchas internas, privilegios y decisiones que beneficiaban solo a unos pocos.

¿Qué hacer?

La respuesta no es excluir por excluir, pero sí exigir. El fútbol dominicano necesita una regeneración profunda, no cosmética. Es tiempo de que quienes tuvieron su turno y fallaron, den un paso al costado. No se puede construir un proyecto serio con actores que solo buscan réditos personales o favores políticos.

Hay una nueva generación lista para asumir el reto. Gente formada, apasionada, ética, que entiende que el fútbol no es solo un juego, sino una herramienta de transformación social, educativa, económica y cultural.

Hay que rodear a esos líderes de recursos, apoyo institucional, y sobre todo, legitimidad. Y al mismo tiempo, hay que instalar una cultura de rendición de cuentas, evaluación permanente y planificación estratégica. Porque no se trata solo de cambiar nombres: se trata de cambiar lógicas.

Un futuro posible

El fútbol dominicano tiene todo para crecer: talento en las canchas, pasión en las gradas, clubes con vocación, y una afición cada vez más informada. Pero no puede hacerlo con el ancla puesta en el pasado. No puede seguir siendo rehén de los que ya fracasaron.

El machete simbólico de la lucha personal debe dar paso a la gestión. Hay que dejar de pensar en cuotas, en alianzas tóxicas, en posiciones a dedo, y empezar a pensar en resultados. En metas concretas. En impacto real.

Porque el fútbol, al final, no le pertenece a los federados, ni a los directivos, ni a los grupos de poder. El fútbol le pertenece a los niños que sueñan, a los entrenadores que trabajan a pulmón, a los clubes que luchan por sobrevivir, y a un país que merece ver su talento florecer.

El cambio no será fácil, pero es posible. Y sobre todo, es urgente.


Descubre más desde La Voz Radio RD

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Deja un comentario

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies

Descubre más desde La Voz Radio RD

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo